El mapa
6 min lectura. 22 de octubre de 2023 [Relatos] #Fantasía medieval #Warhammer Fantasy— No he encontrado nada... — dijo Magmar, el sicario enano, volviendo a la sala principal de la mazmorra.
— Yo he estado investigando las dos galerías de la zona este. Son un callejón sin salida. — dijo Viktor, el cazarrecompensas de raza halfling también conocidos como medianos, con una expresión de decepción. — Esperemos a que vuelvan los demás, a ver si traen mejores noticias.
Los aventureros se hallaban bajo una enorme bóveda natural en una cueva al pie del macizo rocoso de Ostland, en la parte septentrional del Imperio del Viejo Mundo. En el medio de la sala yacían tendidos los cadáveres de tres hombres bestia, que habían sido víctimas de las armas del grupo de aventureros hacía un par de horas.
Ragnar, el otro enano del grupo, apareció por una de las galerías, con una cara de enfado contenido. — Espero que vosotros hayáis encontrado algo, me he recorrido varios kilómetros de galerías ¡y no he visto más que las letrinas de estos despojos! — dijo señalando con desdén hacia los cadáveres.
Viktor, conocedor del malhumor que caracterizaba a Ragnar intentó rebajar un poco la tensión. — Bueno, todavía faltan mi hermana y Arty, seguro que alguno de los dos nos da una alegría. — Aunque realmente no estaba nada convencido de lo que acababa de decir.
Pasó un buen rato hasta que apareció Arty, el único humano del grupo y practicante de la noble profesión de ladrón de cadáveres. Venía con aires de cansancio.
— ¡¿...Y bien?! — Le espetó Ragnar según le vio aparecer.
— Nada de mucho valor... — comenzó a decir a medida que se acercaba a sus compañeros — A juzgar por la cantidad de huesos que he desenterrado estos hombres bestia debían llevar mínimo un año viviendo en esta mazmorra. He encontrado esta alianza enterrada en una fosa común de huesos humanos pero... — No le dio tiempo a continuar, ya que el impaciente enano se la arrebató para inspeccionarla de cerca.
— ¡Pero si esto no vale nada! Es una alianza de plata de algún campesino humano, no tiene ni inscripciones, ni siquiera está bien tallada... ¡menuda basura de botín nos traes! — Y dejó caer el anillo al suelo.
— Ya te he dicho que no he encontrado nada de valor. — replicó Arty con los ojos en blanco. Acto seguido se agachó a recoger su pequeña recompensa por el esfuerzo invertido. «Me alegro de que no te parezca suficiente, ya me lo quedo yo» pensó para sus adentros.
Justo en ese momento asomaba la pequeña Karin por la galería que faltaba por explorar, cubierta de tierra hasta las cejas. Las miradas de todo el grupo se fijaron en ella, interrogándola en silencio durante unos instantes. La halfling se paró en seco ante esa inquisitorial bienvenida. Miró a su hermano Viktor. Éste le devolvió la mirada con un gesto que claramente la conminaba a compartir sus hallazgos, si los hubiera. Karin comprendió por qué todo el grupo estaba tan impaciente.
— Yo tampoco he encontrado nada. — dijo bajando la mirada, casi avergonzada.
— Pues nos ha salido cara la aventura. — dijo el joven enano Magmar con una risilla nerviosa, adelantándose a la reacción que sabía que tendría su compatriota. Ragnar se disponía a maldecir en khazalid, la lengua de los enanos, cuando Viktor decidió hacer algo productivo antes de que la ira de su compañero aumentara.
— Repasemos una vez más el mapa, por si acaso. — abrió su petate y sacó con sumo cuidado el valioso pergamino que habían comprado en Kemperbad 3 semanas atrás con el dinero de todo el grupo.
Lo extendió y sujetó con ambas manos en el aire, y el resto del grupo se puso a inspeccionarlo a su alrededor. Permanecieron en silencio varios minutos, hasta que se percataron de que habían dejado de oír la pesada respiración de Ragnar. Uno a uno los miembros del grupo fueron desviando la mirada hacia su compañero enano. Éste estaba rojo como un tomate, con la mirada inyectada en sangre y la vena de la frente palpitando con fuerza suficiente como para explotar en cualquier momento.
Viktor en un acto reflejo dio un paso atrás y apartó el mapa del alcance del enano. — ¿Qué pasa? — preguntó el hafling sin entender muy bien el motivo de la ira contenida de Ragnar.
— Cómo no me he dado cuenta antes... ¡¡ESTE MAPA ES FALSO!! — estalló por fin.
— ¡Qué va a ser falso! — dijo Viktor totalmente desconcertado, mientras alternaba vistazos al mapa y a Ragnar.
— ¿Estás diciendo que nos han timado? — preguntó Karin, con una expresión que no se sabía muy bien si era pura inocencia o estaba instigando al enano a que soltara todo el enfado que tenía acumulado. Viktor, que conocía bien a su hermana, sabía que se trataba de lo segundo y le lanzó una mirada de cariñosa desaprobación mientras pensaba «tampoco lo azuces, ¡lo que nos faltaba!»
— Es falso, el que ha dibujado esto no ha estado en esta zona nunca. — continuó Ragnar acercándose al mapa un poco más calmado, asumiendo que habían hecho el canelo las últimas semanas. — La localización de Esk y Wolfenburgo están totalmente desalineadas con la cadena rocosa en la que nos encontramos. Simplemente ha dibujado unas cuantas montañas y ha marcado con una X roja donde le ha parecido, ¡y nos ha cobrado 80 monedas de oro por semejante falsificación!
— Ahora que lo dices sí es verdad que Wolfenburgo estaba bastante más lejos de lo que parece en el mapa. — Intervino Arty rascándose el mentón. — Pero hemos encontrado esta cueva más o menos donde indica la X roja del mapa.
— ¿Casualidad? — se aventuró el joven Magmar.
— Exacto. — sentenció Ragnar. — Llevamos 4 días buscando una cueva, era cuestión de tiempo que encontráramos una.
Viktor bajó el mapa con gesto derrotado. Ragnar tenía razón, un vistazo más analítico al mapa desvelaba fallos garrafales que a primera vista podían pasar por pequeñas inconsistencias cartográficas. Habían inspeccionado la mazmorra de arriba a abajo y no habían encontrado nada. Decididamente les habían tomado el pelo.
— Bueno... ¿y entonces qué hacemos ahora? — preguntó Arty.
— No sé vosotros, pero yo voy a recuperar el dinero, ¡con intereses! — dijo Ragnar mientras apretaba el mango de su hacha hasta que sus nudillos se quedaron blancos.
— ¿En serio? Pero si estamos a más de dos semanas de viaje. — se quejó Karin.
— Lo sé, los intereses van a ir acordes. — sentenció Ragnar mientras se dirigía a la salida con gesto decidido.
Nota: si te ha gustado, te invito a que leas Qué me inspiró para escribir 'El mapa', donde repaso las ideas que me rondaban para escribir este micro-relato.
Respóndeme por email
¡Apúntate a la Newsletter!